El culto a la salud y la belleza: un fenómeno social y lingüístico Desde los años 80 del siglo pasado, la belleza y la salud han dejado de ser un medio para convertirse en un fin en sí mismos. Se ha impuesto la delgadez incluso extrema como canon de belleza, con la consiguiente explosión de dietas milagrosas y la expansión de los alimentos light, la extensión de la cirugía estética a clases sociales a las que antes estaba vedada, la apología del ejercicio físico, y el florecimiento de los gimnasios, spas, balnearios y centros wellness. La retórica del bienestar. Sin el lenguaje, todo este negocio de la salud y la belleza carecería de su mejor aliado. Este vasto fenómeno de culto a la salud y la belleza se manifiesta en la publicidad y etiquetado alimentario, la propaganda del bienestar de spas y balnearios, el lenguaje de algunas de las llamadas «terapias alternativas», los mensajes de las dietas de adelgazamiento «milagrosas», las revistas de salud y belleza, y la publicidad pseudomédica de la cosmética el lenguaje alarmista de las falsas enfermedades creadas con intereses comerciales por los laboratorios farmacéuticos. Es un discurso procedente de voces individuales libros, artículos periodísticos, ensayos, cartas al director, blogs, etc.
Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el angelito, espantado, forcejeaba al acariciarlo la aporreado mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi edad irremediable, melodía monótona de la inquietud, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la circunloquio el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones. Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo.
Sin embargo, es algo completamente subjetivo. Sin embargo, no todo lo relacionado con la belleza es bonito. Pero créenos, hay muchísima bellezano sólo en cada uno de nosotros, sino también en nuestro día a día. La gracia no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla. Al cabo de los años he observado que la gracia, como la felicidad, es frecuente.